“Yo gano, tú pierdes” es el “modus operandi” vigente en la mayoría de las relaciones entre empresa y trabajadores, amén de que este lema se ha convertido en el referente de las relaciones sociales e interpersonales actuales.
El mecanismo es fácil y se explica por si solo, lo que realmente importa es como ha llegado a calar tan profundamente en la sociedad y cuales han sido los motivos. Como siempre la simplificación: apelar al principio de la libertad como justificante y garante de la individualidad, y suprimir por tanto, el concepto de responsabilidad derivado de las acciones propias. Esto es, todo vale. Así los principios y los valores inherentes en las personas han sido sustituidos por la conciencia de TENER y no el de SER.
La adquisición desmedida de objetos y bienes era necesario para ser alguien.
Las sociedades tribales de las cuales formamos parte, y que por suerte algunas coexisten en nuestro mundo mientras no terminen de expoliar sus recursos o sus conocimientos, sabían que el respeto por el lugar que habitaban, el bien común era los pilares en los que se asentaba el futuro de la comunidad. El compartir, el tomar lo que era necesario y no más, garantizaba el equilibrio existente con la Naturaleza.
Cuando “evoluciona” la sociedad (Revolución Industrial) ahí empieza a manifestarse la cara más salvaje de lo que luego llamaremos Capitalismo, es en esa época cuando el trabajo infantil, la carencia de garantías laborales (horario, salario, trabajo, etc.) mostrando la auténtica cara de lo que está emergiendo: la ambición desmedida.
Eso generará la aparición años más tarde de su antagonista: el comunismo.
Tras una lucha plagada de sangre y muerte, veremos como la sociedad avanza en sus logros: Voto para las mujeres, sindicatos, horarios, abolición del trabajo infantil,etc.
La sociedad experimenta un crecimiento y una mejora de las condiciones de sus habitantes nunca visto.
Serán las Guerras Mundiales, Primera y Segunda, las que devuelven a la realidad de la ambición y a las ansias de dominación a esta sociedad que intenta mejorar las condiciones de vida.
La experiencia cala hondo y se concreta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Los países y el mundo parece haber aprendido la lección, pero no es así, el capitalismo ha de reinventarse revestido de progreso para alimentarse. El marketing, las ventas a plazos, el consumo son algunos de los medios que utilizará para doblegar a sus intereses a todos aquellos que caigan en sus garras. ¿Cómo? Utilizando el lenguaje del progreso basado en TENER cuando en realidad lo que está haciendo es labrar las cadenas que ataran a su yugo a los habitantes del mundo occidental.
Su irrupción en la política se hará a través de la democracia participativa, solo se trata de influenciar a los representantes del pueblo concediéndoles el dinero que necesitan para sus campañas electorales para luego recoger los frutos vía prebendas.
Charles Ford dijo: “he de pagar lo suficientemente bien a mis trabajadores para que puedan comprar mis coches”.
Eso ya no tiene sentido, los plazos harán endeudarse y adormecer las conciencias de los hombres, ocupando sus mentes en como pagar sus deudas y como obtener lo último para seguir estando en ese status que demuestre que uno es.
Pero esto no se hace solo, crearemos las Escuelas de Negocios donde los nuevos cachorros aprenderán como queremos que dirijan a esas masas para que alimenten nuestros bolsillos insaciables.
Si la finalidad de toda empresa era ofrecer bienes y servicios a la comunidad y perdurar en el tiempo, llega un momento en aparecen los monstruos del sistema: los yuppies,. Ahora ya no importa nada, solo el beneficio rápido, el corto plazo. Esto dura como dura su fulgor, poco, pero se han sentado las bases de lo que se va a conocer como globalización, o dicho de otro modo, la socialización de la pobreza.
El saqueo desmesurado de los recursos por unos pocos. Empieza por el cierre de las empresas en sus países de origen lo que supone la eliminación de puestos de trabajo, y el consabido traspaso de l problema del paro al Estado para que lo resuelva, no es su problema y por supuesto, la producción en otros países no supone ni la mejora de las condiciones económicas, ni laborales de los ahí residentes gracias a las corruptelas con el poder establecido.
Nada ha mejorado salvo “Yo gano cada vez más, y tu pierdes, porque eso es lo que me interesa”.
¿Dónde está la excelencia por la que abogaban las empresas en los años 90? ¿Qué queda de la Responsabilidad Social de los 80 y la preocupación por demostrar la contribución que hacían a la Sociedad?: Nada.
Todo ha sido resuelto de manera simple, solo hay una regla: NO HAY REGLAS .
Sin embargo, esta ambición tan desmedida, tan desproporcionada tiene sus efectos y es ahora cuando sus excesos debemos pagarlos nosotros sin pedirles responsabilidades ni, por supuesto, la devolución del dinero que necesitan.
El precio es el recorte de los logros sociales en aras de la superación de la crisis en que nos han sumido.
Otra vez se repite: “YO GANO, TÜ PIERDES” y nadie hace nada convencido de que no puede hacer nada. Hasta las evasiones (televisión, información, etc.) todo está perfectamente planificado para seguir controlando a esta Sociedad.
La fuerza del cambio está en invertir este proceso, utilizar el “YO GANO, TÚ GANAS” como forma de relación, de supervivencia delante de un monstruo que no va a parar hasta que nos demos cuenta que unos pocos no pueden con todos nosotros.
Pensemos que no solo tenemos derechos sino que debemos tener la obligación de cambiar este Sistema perverso hasta la saciedad que nos ha condenado a una cárcel de lujo que ahora se convertirá en simplemente una cárcel en donde sobrevivir.
Digamos “NO” al “YO GANO, TÚ PIERDES” y actuemos en consecuencia.
No se trata como anuncia Movistar de seguir consumiendo porque vuelve lo de nuestros padres, las gafas, la vespa, etc. se trata de que me devuelven el pan recién hecho, las frutas y verduras con olor y sabor, el comprar lo que necesito no lo que me impone una moda consumista y absurda.
Soy una persona, no un objeto que cuando no les sirve me tiran como un Kleenex.
“YO GANO, TÚ GANAS”